[Teatro] Expresión sin límites: Un poyo rojo, de Hermes Gaido
Por Laura Rauch
Un poyo rojo, del director Hermes Gaido y los intérpretes Luciano Rosso y Alfonso Barón, se mantiene en la escena de Buenos Aires por sexto año consecutivo, y habiendo transitado diversos espacios en la escena argentina e internacional, continúa llevando al público una pieza de indiscutible valor artístico. Una narración simple de dos deportistas/atletas en un vestuario logra convertirse en una puesta en cuerpo de infinitas expresiones y emociones - atravesadas intensamente por la comicidad - estableciendo cruces entre la danza, el deporte y la sexualidad.
Un elemento fundamental de la pieza, tanto en sentido práctico como teórico, es la denominación teatro físico presente gráficamente en el programa y corporalmente a lo largo de la pieza. Puesto que no hay definición concreta de esta forma teatral, Un poyo rojo se atreve a postular ciertos elementos claves como lo son la conjunción de diversas técnicas, puntualmente la danza, el clown, la acrobacia y las artes marciales, para experimentar respecto de las diversas posibilidades expresivas de los artistas, tomando la improvisación como técnica de composición de una narración que se cuenta desde el cuerpo. En este sentido, es destacable la concepción que del mismo se sostiene, ya que no solo se considera la corporalidad como un medio cuyo fin es un movimiento, sino que se construye un cuerpo en y para la escena que se expresa constante y diversamente, incluso desde la quietud. El silencio y la música se postulan como dupla fundamental, que junto con el dúo movimiento-quietud, permiten apreciar un enorme abanico de posibilidades de expresiones físicas, que logra la realización de escenas cotidianas atravesadas por múltiples técnicas que denotan entrenamiento, virtuosismo y ductilidad por parte de los intérpretes/coreógrafos, y un minucioso trabajo de dirección.
Este tipo de espectáculos plantea el debate sobre de los géneros teatrales y en muchas oportunidades puede ser leído desde los parámetros puramente de la danza. Debemos tener presente a este respecto que la misma se configura como uno de los elementos de base para la creación e interpretación pero no es el objetivo central de la puesta, siendo la necesidad de expresión de los actores-bailarines (simultáneamente) el eje fundamental, que recurre a una narración simple – aunque no por ello menos concreta – como una excusa para la indagación de las transformaciones que el cuerpo puede alcanzar. En este sentido, es de destacar el virtuosismo de Rosso y Barón puesto que se ven en la necesidad de llevarlo adelante dentro de una puesta que se aleja de la solemnidad de un lenguaje elitista – que puede, en algunos casos, aportar la danza – para tratar temas propios de la cultura popular, componiendo así, escenas cotidianas desde cuerpos y movimientos extraordinarios. Y es la indagación apreciable en su representación lo que permite entender el cuerpo desde múltiples aristas: como objeto de deseo, como instrumento para el movimiento, como caja de resonancia de sonidos – y emociones -, y como medio de contacto con otros.
Un poyo rojo, se compone como una obra completa, multifacética y compleja aunque su específico tratamiento la presente en forma sencilla, divertida y original. Y es esa ambivalencia la que deja entrever tal magnitud escénica que pone a los espectadores, sin duda alguna, “piel de gallina”.
Ficha artístico-técnicaActúan: Alfonso Barón & Luciano RossoFotografía: Alejandro FerrerCoreografía: Nicolás Poggi & Luciano RossoDirección: Hermes GaidoDuración: 60 minutos.Un poyo rojo se presenta en el Teatro del Perro, Bonpland 800, los días viernes a las 23 hs.Facebook: https://www.facebook.com/unpoyorojoWeb: http://www.unpoyorojo.blogspot.com