[Teatro] Cuando el arte con-mueve: Ensayo sobre la gaviota, de Marcelo Savignone
Por Laura Rauch
Ensayo sobre la gaviota mixtura audazmente la clásica pieza chejoviana La gaviota (1896) y el Cuaderno de Trigorin (1981) de Tennesse Williams para componer una pieza original con la fidelidad al trabajo corporal, minucioso y comprometido, al que Savignone nos tiene acostumbrados. Reflexiones acerca del éxito, el arte, la familia y el amor, son los elementos que circulan en la pieza desde la poetización de la palabra y el movimiento, dejándonos inmersos en un mundo de encuentros y desencuentros armónicamente crueles. Estrenada en España a fines del 2014, se presenta hoy en Buenos Aires (La Carpintería, Jean Jaures 858, los domingos 20.30 hs) para nutrir la cartelera teatral de una profunda investigación sobre tan famosa y representada pieza, así como de los alcances poéticos de los cuerpos en escena.
El tema profundamente existencial de la puesta concibe al teatro como entidad intrínseca del ser humano, convocando al espectador en todos los sentimientos posibles. Acaso este rasgo remita al teatro físico: la interpelación al espectador en su corporalidad, en lo primitivo, en el instintivo, dejando la racionalidad a un lado junto con la posibilidad de reponer en palabras. Los cuerpos, por su parte, conforman un nuevo lenguaje bajo sus propias reglas que solicitan total apertura y entrega y que se retribuye con una experiencia sensorial de gran intensidad y magnitud.
El despliegue corporal será aquel que represente la psicología de cada personaje, que a partir de movimientos expresan aquello que las palabras nunca podrán decir, ya sea por la imposibilidad propia del lenguaje o por intentos de ocultarlo. Entonces es el cuerpo el que habla, se dice y contradice a sí mismo, replegando poéticamente lo verbal y fusionándose con un espacio que se pone a su servicio.
El texto, que conjuga las voces de los grandes dramaturgos y el director, se enlaza con el desenvolvimiento físico componiendo un universo de oníricas coreografías que parecen retratar el procedimiento caótico de la creación del artista – del ficcional Trigorin sin duda, y hasta podríamos incluir a Chéjov, Williams y Savignone – donde procedimientos como la síntesis y la variación rítmica junto con la calidad estética de las imágenes envuelven al público en una sucesión de ecos que se inscriben como las huellas o los despojos de cada personaje, producto del accionar bajo libertad condicionada. La gaviota, elemento clave en la narración – y magníficamente realizada por Flavio Pagola - oficia de protagonista y a la vez testigo de las atrocidades que aquellos seres se infringen.
Boris Trigorin (Savignone) realiza no solo las acciones propias a su caracter, sino que oficia de gran director de escena, abriendo un abanico de infinitas posibilidades musicales y pictóricas, dejándonos apreciar el tormento en la mente del artista, argumentando a favor y en contra del oficio teatral y de sus alcances sociales. Las “viejas” y “nuevas” formas escénicas, presentadas desde una poética que se atreve a las innovaciones, la provocación, la fragmentación y la condensación, se baten en un intenso duelo cuya inevitable víctima será el hombre. Así, cada intérprete en su personaje (Luciano Cohen, Belén Santos, Merceditas Elordi, María Florencia Álvarez, Mercedes Carbonella y Pedro Risi, como Kostia, Nina, Irina, Masha, Petra y Medvednko, respectivamente) serán puestos en voráz movimiento por aquel hombre que dirigirá simultáneamente la escena y la vida. Y es tal la potencia arrasadora de Boris que terminará interpelando a los espectadores que, aunque quietos en las respectivas butacas, no podrán escapar al impacto de la vorágine escénica. Quizás conmover sea la palabra que sintetice esta pieza y permita comprender la retroalimentación de tres acciones propias de la tradición teatral: ver a los actores mover-con otros (seres reales y ficcionales) expandiendo los alcances de ese movimiento y provocando una conmoción por fuera de la escena. Con-mover o ser-movidos-con, a modo de comunicación entre los cuerpos que comparten el acontecimiento teatral.
Como gran exponente del teatro físico en Buenos Aires, Savignone apuesta por jugar con nuevas formas expresivas en una pieza cuya complejidad se propone desde el inicio, donde los personajes se encuentran envueltos en un tiempo circular, reiterado, codificado y plagado de opiniones metateatrales. El inicial ensayo – ya presente desde el título de la pieza – oficia como motor de un movimiento que apela a la repetición, aunque no como mera redundancia, sino entendida como posibilidad de cambio, transformación; acaso aquella que Chéjov impidió a sus personajes. Esta conjunción articula una escena fragmentaria, donde se dejan entrever las grietas de las obras clásicas acompañadas por el arte de un equipo de trabajo de los que cabe destacar la impactante iluminación de Riveros, el preciso vestuario de Colombo, la omnipotente escenografía de Boselli, y las elecciones y ejecuciones musicales por parte de los intérpretes.
Y si como expresa Boris, “un artista es un loco en libertad condicional”, esta obra está plagada de arte y locura, trabajo y compromiso, cuerpo y palabras en un vínculo exquisito, con la premisa de estar ante aquella terrible humanidad y la advertencia de que “podría ocurrir”.
Ficha artístico-técnica Concepción, dirección y coreografía: Marcelo SavignoneActúan: María Florencia Álvarez, Mercedes Carbonella, Luciano Cohen, Merceditas Elordi, Pedro Risi, Belén Santos, Marcelo SavignoneColaboración artística: Alberto Castrillo-FerrerAsistencia y colaboración artística: Andrea Guerrieri y Juan Pablo Méndez. Escenografía: Lina BoselliRealización gaviota: Flavio PagolaIluminación: Ignacio RiverosAsistencia de iluminación: Luciano CohenGráfica y diseño gráfico: EdFotografía: Cristian HolzmannVideo: Juan Cruz BergondiProducción Ejecutiva: Silvia Barona Prensa: Marisol Cambre Ensayo sobre la gaviota puede verse los días domingo a las 20.30 horas en La Carpintería (Jean Jaures 858)