Por Rocio Villar
¿Por qué ver hoy una nueva puesta de Romeo y Julieta? Que Shakespeare sea un clásico y tenga vigencia en la actualidad no es ninguna novedad. Que Buenos Aires, siendo una de las principales capitales teatrales, mantenga intacto, año tras año, su amor por el dramaturgo tampoco lo es. Tan solo hay que echar una mirada a la cartelera porteña para darse cuenta que Hamlet, Otelo, El Rey Lear o Romeo y Julieta, por citar algunos ejemplos, son representados frecuentemente en distintas salas y teatros. Propuestas que van desde la danza clásica hasta el teatro para niños, pasando por los títeres, los clowns, el teatro llamado de culto o las adaptaciones más disparatadas, suelen estar presentes en la cartografía teatral porteña. Tanto fervor despierta William que desde el año 2011 cuenta con su propio festival, el Festival Shakespeare en Buenos Aires, dirigido por Patricio Orozco, creado con el objetivo de divulgar la obra del dramaturgo a través de las producciones de grupos locales.
Ante tamaña producción simultánea es muy difícil poder ver todas las puestas y es más difícil aún poder encontrar aquello que sorprenda en una representación. Hallar una mirada diferente, ese gesto singular en la universalidad de la obra, ese plus que nos haga ver a Shakespeare, siempre tan eterno, pero que al mismo tiempo nos conecte con nosotros mismos aquí y ahora.
R y J, la obra dirigida por el colombiano Juan Prada, tiene ese toque personal que la destaca, un brillo que le impacta vida, que vibra desplegando los sentidos del propio texto. 8 jóvenes actores y actrices darán su cuerpo y su voz para que los viejos aires de Verona lleguen a la sala del Abasto Social Club, donde cada domingo a las 20:30 hs, el amor, la sangre y la tragedia se hacen presentes.
Un escenario sobre el que se va descorriendo un cortinado gastado por el paso del tiempo, las telas dejan pasar a los actores que comienzan a dibujar coreografías cruzando el espacio en diferentes sentidos: música, baile y canto, son las primeras expresiones que el espectador contempla y que funcionarán como una especie de leit motiv a lo largo de la obra; es casi un rito, un movimiento orgánico que los organiza y en parte nos recuerda a antiguos juglares.
De a poco se van descubriendo los personajes, la historia ya la sabemos, quizás haya algún espectador que no la recuerde del todo o que dude de si es Julieta quien se clava la daga y Romeo quien bebe el veneno o es al revés. Lo interesante entonces es cómo van surgiendo los personajes, como se transforman, adoptan roles y representan su papel. En este punto hay una fuerte referencialidad al quehacer actoral: tanto las actrices como los actores representarán todos, en distintas escenas Julietas y Romeos. Los personajes se multiplican, se rompe con la imagen única de la heroína y la construcción del personaje es revelada al espectador. Julieta ya no es ella sola, es ella y al mismo tiempo todas ellas en una. Es ese espesor el que la hace más actual y más viva, porque en ella también vive la actriz que la representa. Lo mismo ocurre con Romeo.
La construcción metateatral nos hace pensar en Pirandello, pero si éste nos presentaba a Seis personajes en busca de un autor, en R y J lo que se nos presenta son ocho actores y actrices en busca de sus personajes. Se trata de contar Romeo y Julieta pero también de mostrar cómo es actuar Romeo y Julieta, y cómo es vivir su amor y su tragedia. Es por ello que hay un peso corporal y físico muy fuerte durante toda la obra: la mirada al público, los cambios de vestuario en escena y algunos parlamentos donde se hace explícito el quehacer actoral que potencian ésta construcción.
Otro de los aciertos de la puesta de Prada es el uso intertextual de las citas a otras obras de Shakespeare que pueden leerse como diferentes modelos de pareja que dialogan entre sí. Así es como por momentos aparece Hamlet con Ofelia, Otelo y Desdémona y hasta incluso Ricardo III tiene su monólogo de locura en medio del escenario. Todos habitan en un espacio en el cual la historia es contada cronológicamente, pero también es intervenida por pequeñas escenas que minan el escenario para abrir a otros espacios y otros tiempos.
Inicié esta breve reseña con una pregunta en mi cabeza ¿por qué ver hoy otra puesta de Romeo y Julieta? La respuesta es simple, porque Shakespeare nos demuestra una vez más que la grandeza de sus textos siempre pueden ofrecernos algo nuevo. Porque un director como Juan Prada puede dar una bocanada de aire fresco a una de las historias de amor trágico más conocida y representada de la dramaturgia universal y volverla a presentar de la manera más vital y contemporánea. Porque un grupo de talentosos jóvenes actores y actrices se entregan en cuerpo y alma para ofrecernos su mejor actuación. Y fundamentalmente porque R y J me dieron lo que siempre busco en cada función y es encontrarme con un teatro vivo.
Ficha artístico-técnica
Texto: Juan Prada
Actúan: Nicolas Barsoff, Roberta Blázquez Calo, Mariano Kervokian, Sergio Mayorquin, Andrés Rasdolsky, Agustina Rodríguez Eyras, Paula Uccelli, Frida Jazmín Vigliecca.
Vestuario: Agustina Filipini
Escenografía: Agustina Filipini
Iluminación: Fernando Chacoma
Diseño sonoro: Baltazar Oliver
Realización de escenografía: Vìctor Salvatore
Música: Baltazar Oliver
Letras de canciones: Roberta Blázquez Calo, Sergio Mayorquin, Baltazar OliverFotografía: Sara Llopis
Asistencia de escenografía: Camila Alio, Paula Pazos
Asistencia de vestuario: Camila Alio, Paula Pazos
Asistencia de dirección: Carolina Wolf
Producción ejecutiva: Lucía Asurey
Dirección: Juan Prada
Duración: 105 minutos
R y J se presenta en Abasto Social Club (Yatay 666) los domingos a las 20.30 hs.